CINISMO
El incendio de un mago negro
El nuevo cine argentino, desde una perspectiva general, tiene a bien abordar temas que atañen de manera directa a sus nuevas generaciones, hecho que de varias maneras se percibe racional, justo y necesario en función de consolidar la identidad de esta nación suramericana. Es el caso del filme El incendio, de Juan Schnitman (Buenos Aires, 1980).
Por Francisco Meza
El cineasta pampero propone en El incendio (2015) su ópera prima, una historia propia de una clase media argentina en donde describe los avatares subjetivos —y objetivos—, acontecidos en un lapso aproximado de veinticuatro horas, del joven matrimonio de Lucía y Marcelo.
La película exhorta, de manera literal, a trabajar al espectador con conjeturas falaces logradas mediante los detalles y hechos que suceden en pantalla. Schnitman se convierte en el mago negro que produce, mediante su hechizo, la terrible presencia desencantadora de la nada en su narración, después de ejecutar en varias ocasiones la figura narrativa avalada por un modelo que conduce a «algo». La pregunta que se forja de inmediato es si esta nada es voluntaria o si es su contrario.
En El incendio del cineasta se percibe una honda preocupación sobre el matrimonio y sus desencantos después de la ebriedad del enamoramiento, así como aquellos elementos de la consciencia de clase, los cuales son determinantes, en última instancia, en el desequilibrio del cuerpo emocional de la pareja forjando la antesala de la incomprensión y luego entonces la irremediable separación.
Desde el ángulo de la ruta del camino critico en cuanto a una evaluación aplicada en el trabajo de Schnitman, este «podría» catalogarse como un ejercicio cinematográfico en el que el cineasta se hace presente mediante el concepto del eclecticismo. Difícil paradigma donde la fijación de ideas capturadas en la escuela, en la lectura de otras películas o bien la identificación o admiración por el estilo de algunos colegas consagrados, se mezclan con la identidad del autor.
El trabajo del director se observa, durante algunos planos secuencia, que ejerce dominio, sobre aquellos elementos o juicios que determinaran las premisas que definirán «ese algo» que nunca sucederá en el relato.
En El incendio del cineasta se percibe una honda preocupación sobre el matrimonio y sus desencantos después de la ebriedad del enamoramiento, así como aquellos elementos de la consciencia de clase, los cuales son determinantes, en última instancia, en el desequilibrio del cuerpo emocional de la pareja forjando la antesala de la incomprensión y luego entonces la irremediable separación. ©

Francisco Meza es antropólogo y crítico de cine.