A VECES ME DESPRECIO

Música para evocar a un escritor etílico

El pasado martes, 7 de febrero, falleció en la Ciudad de México, el escritor Eusebio Ruvalcaba. Félix Morriña puso huapangos al saber de su muerte y tiró algunas líneas dedicadas al amante de la música, la literatura —las mujeres—, y el alcohol.

Por Félix Morriña

Puse huapangos en casa al saber de la muerte de Eusebio Ruvalcaba. Medité sobre cómo uno debe irse de la vida de los demás y de la faz de la Tierra. Fui a la terraza a contemplar la luna en esa helada noche de martes. Imaginé un hilo de sangre escurrir sobre el iluminado piso, como la novela de Eusebio. Recordé los enojos del colega Mario Rojas Rodríguez, cuando me dijo que no perdiera mi tiempo en ver la adaptación de ese libro al cine, realizada por Erwin Neumaier, en 1995. Un hilito de sangre es excelente si uno la leyó en su momento, en 1994, cuando uno todavía tenía ese ímpetu juvenil porque a la distancia es literatura para adolescentes. 

Puse huapangos en casa al saber de la muerte de Eusebio Ruvalcaba. Recordé con entusiasmo aquellas dipsómanas noches, cuando hablaba con mi amigo Óscar “Mosca” Torres de los textos publicados en la sección cultural de El Financiero, con el nombre de esa novela, cuando estaba al frente de ésta el buen Víctor Roura. Me parecía ejemplo a seguir en mis años universitarios, sobre todo porque siempre tenían el tufo etílico de casi todo buen escritor. “Mosca” no olvidaba anécdota alguna sobre su musical vida de familia del nacido en Guadalajara, en 1951, y sus futuros e inmediatos libros por publicar, ya sea de poesía, narrativa o ensayo. Él sí era un verdadero seguidor de Eusebio, yo siempre lo quise y respeté, pero no me hice fan. Ahora que ha muerto, a los 65 años de edad, a causa de un hematoma cerebral, mi memoria yace activa. Destapo la primera botella, la huelo, la cierro, me digo que es muy temprano y no termino de animarme. ¡Al final, mis lectores ya saben qué hice!

Puse huapangos en casa porque a Eusebio Ruvalcaba le gustaban mucho, sobre todo porque su padre, Higinio Ruvalcaba, fue un excelso violinista, y su madre, Carmen Castillo, una gran pianista. Le ensañaron a ser un melómano extremo. De hecho, muchos lo recordarán como un amante de la música —y las mujeres— que de las letras.

Puse huapangos en casa al saber de la muerte de Eusebio Ruvalcaba y busqué inútilmente sus libros. Con el cambio de casa no sé dónde demonios están. No sé en qué caja los puse, y por falta de espacio donde colocarlos. Me consolé pensando cuando me los regaló, firmó y por los que bebimos largamente de manera ocasional. No era mi amigo en términos generales, pero sí me reconocía mi labor periodística. Era rudo el camarada, no era un hueso fácil de roer. Había que tener tacto para abordarlo, sobre todo cuando estaba a tono. Es más, tengo muy presente cuando me invitaron, el veterano periodista y columnista Jorge Meléndez Preciado y su hijo, el fotógrafo Alejandro “Alex Melón” Meléndez, a una de sus tantas presentaciones en cantinas de buen nivel de la Ciudad de México, en donde bebimos hasta entrada la madrugada y en la que despotricó contra todos los que decían ser sus intrépidos seguidores y se doblaban a las tres horas de borrachera. Nos llevamos bien esa velada porque pude seguirle el paso. A la mañana siguiente, en casa de los Meléndez, en Coyoacán, hablamos por horas de cómo sobrellevaba los excesos etílicos el buen Eusebio.

Puse huapangos en casa al saber de la muerte de Eusebio Ruvalcaba, luego recordé que sus 61 años expresó que no había aprendido nada, pues cada vez era más ignorante y a diario se equivocaba demasiado. Tampoco aprendió lo principal: “a mantener la boca cerrada”. Así como éste que escribe y que con la muerte de Eusebio se queda pensando en cómo le gustaría que lo recordaran y en si alguien, en verdad, se acordará de sus textos. 

«¡Al demonio, qué importa! ¡Salud!»©

*Versión cínica de la columna Silencios Estereofónicos de Félix Morriña, publicada en el diario Impulso.

Félix Morriña
Dandy, pero punk.

Félix Morriña es periodista y promotor cultural. Columnista en ImpulsoSemanario Punto Revista Ágora.

@fmorrina