CINISMO

¡Uy! el procurador tendrá un chingo para regodearse

La escritora y albañila Rocío Franco se ha expresado en las redes sociales, como cientos de mujeres en México, con el hashtag #SiMeMatantras las expresiones de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México, frente al asesinato de la joven «alcohólica y drogadicta» de 22 años Lesvy Berlín, la madrugada del pasado 3 de mayo, en las instalaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Originalmente recordado por ser el Día de la Santa Cruz y también del albañil. Amén.

Por Rocío Franco López

Lesby
Foto retomada del portal Publimetro.

#SiMeMatan dirán que fui rebelde desde chiquita, hocicona, que nunca dejé que pisotearan mi dignidad por pinche preguntona. Podrán decir que siempre andaba con hombres: puro güey tatuado, perforado, pintores, escultores, músicos, poetas y periodistas y que seguro me acosté con todos. Que me salí de mi casa a los 19 años. Que nunca me vestí como “señorita”. y luego me fui a vivir con un güey que me hizo un hijo, por puta —porque ya ven que a uno le gusta la putería— y que así de puta como fui, ese tipo me trató como puta y me golpeó, razón por la que lo abandoné al día siguiente y me fui a seguir puteando, como me gusta, con quien yo quiero, cuando yo digo. Que regresé a vivir con mi madre para dejar a mi hijo abandonado para irme de fiesta y seguir puteando, que me quedé a vivir sola con mi hijo, para mantenerlo y educarlo sola como la puta que soy, porque eso es lo que las putas merecemos, porque era más sencillo hacer todo sola que seguir aguantando la violencia que me costaba exigir una pensión para mi niño.

#SiMeMatan será porque igual que Lesvy dejé la universidad porque nunca estuve contenta con lo que me enseñaban, porque también era bien borracha, fiestera y desmadrosa, porque se portaba como vikingo, ¿cómo se le podía tratar como “señora”? Dirán que estaba loca porque comencé pintando, seguí escribiendo y terminé haciendo libros, ¿ese pinche trabajo qué? ¿a quién mierdas le importa? Dirán que nunca pude conservar un empleo fijo porque nunca dejé que me explotaran más allá de lo razonable. Dirán que cuando algún tipo intentaba jalonearme, manosearme, gritarme, me ponía al pedo y que estaba loca porque golpee a dos o tres idiotas que me atacaron o me acosaron.

#SiMeMatan podrán decir que era una loca sin propósito, que se defendía por cosas absurdas y que defendía la pendeja causa de las pinches mujeres argüenderas. Dirán que además se sentía poeta y que tenía un chingo de malas influencias: amigos y amigas gays, lesbianas, mariguanos, alcóholicos y pura gente rara. Algo se traía.

#SiMeMatan ha de ser por lo mismo de siempre, porque me lo busqué, porque todas las mujeres somos iguales: por puta, por hocicona, por rebelde, por feminazi…

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#SiMeMatan dirán que en mis años mozos fui carpintera, unos meses en un taller y otros tantos con un contratista, que trabajé casi un año entre hombres, todos «maistros»: carpinteros, albañiles, herreros. Un par de años después trabajé en una imprenta, en el área de preprensa, en donde había oficiales impresores a la antigua, aún me tocó ver cómo se imponían los pliegos a mano, como se hacían injertos manuales a los negativos para imprimir. También había una impresora manual en esa imprenta y había una señora que lavaba las placas a mano para revelarlas, aún recuerdo sus manos ajadas por los solventes. En ambos casos, el trabajo era agotador, pero aprendí muchísimo, no sólo de las actividades propias del trabajo, sino de la vida y obtuve un entrenamiento Jedi para esquivar albures, dobles sentidos, perreo intenso pero disimulado.

#SiMeMatan dirán que entre albañiles las comidas eran deliciosas, siempre había bufet de guisos sencillos: huevo con frijoles, quelites con calabazas, salchichas con chile, arroz, y si alguno llegaba sin tóper, corría a la tienda a comprar un cuarto de queso de puerco o queso doble crema para completar el taco, entre todos juntábamos para los refrescos y los cigarros sin filtro, siempre fumábamos Faritos o Alitas.

Si me matan

#SiMeMatan dirán que con los oficiales de la imprenta, no sé por qué, siempre terminaban contándome sus desventuras amorosas, me decían: «Gitanita, las viejas son bien ingratas, siempre le rompen a uno el corazón… pero bueno, a ver, enséñame tu ombligo» (claro, en ese entonces, había en mi cuerpo un lugar llamado cintura, en donde había también algo llamado ombligo). También fumábamos Faritos, en un tiempo en que la ley antitabaco no hacía sentir su represión, dentro del área de trabajo con el riesgo de explotar u ocasionar un incendio en cualquier momento. Así fue como entre los maistros «Bolillo» y «Botas», obtuve mi nombramiento de «maistra Madeleine», y entre los oficiales impresores, me gané el mote de «Gitana»…

#niunamenos
#vivasnosqueremos
#vivasquieroatodasmiscomas

Rocío Franco López.
Una medusa

Rocío Franco López es editora, poeta y albañila. Es autora de No sé andar en bicicleta (Diablura Ediciones,2014).