DANDYS Y CÍNICOS
El director de La forma del agua, no toma agua
Los primeros días en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara número 33, que comenzó el viernes 9 de marzo, han sido los del regreso de Guillermo del Toro —con sus gemelos incluidos— a su Guadarrancho.
Por José Antonio Monterrosas Figueiras

Los primeros días en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara número 33, que comenzó el viernes 9 de marzo, han sido los del regreso de Guillermo del Toro —con sus gemelos incluidos— a su Guadarrancho.
El sábado, el ganador del Oscar 90 a mejor película y dirección —de ahí lo de los gemelos—, fue el del héroe que vuelve a su tierra, Guadalajara, para dar una charla—y varias más en los días subsecuentes—, frente a sus fanáticos muy jóvenes, involucrados muchos de ellos en el tema de la animación y el cine. Reunió ese primer día cerca de cuatrocientas personas —entre ellos amigos incómodos de la infancia como un tal López Ochoa, que con muletas en mano afirma que él fue el vecino donde se filmó su primera película Doña Lupe.
El sábado, cuando llegó un servidor cínico a este llamado por sus locales Guadarrancho, se inauguró la sala con su nombre en el nuevo y grandote Conjunto de Artes Audiovisuales (CAE), que se encuentra cerca del centro de Zapopan —el Festival Internacional de Cine de Guadalajara cada vez está más lejos de su origen, el centro de Guadalajara.
A las 4:30 de la tarde del sábado, dentro de la sala Guillermo del Toro, se escucha el audio de la conferencia magistral de Del Toro a medias, pues esta comenzó a las 4 de la tarde. Mientras tanto, yo me pregunto: ¿Por qué no se les ocurrió meternos a esta sala con la tecnología de la más alta calidad para poder ver, cómodamente, lo que decía el cineasta tapatío multipremiado?
No, parece ser que las primeras imágenes que se vieron en la sala Guillermo del Toro fueron las de un Guillermo del Toro fragmentado, congelado a ratos, y con un audio que no se escuchaba bien —el argumento de los técnicos es que venía de la otra sala y no podían controlarlo.
Por si fuera poco, los del tequila Patrón, ese que tiene una botella realizada por el mismo cineasta que cuesta 11 mil pesos, estaban viendo cuál era el mejor lugar para tener esas preciosas botellas minutos antes de que Del Toro y monstruos mexicanos de la burocracia cultural, hablaran frente a una prensa expectante. Así fue como los periodistas esperamos a que el realizador nos diera algunos anuncios.

En esa transmisión intermitente de la conferencia magistral del “gordo”, entrevistado por el “Osorio Chong” de la crítica de cine, un tal Leonardo García Tsao, se escuchaban algunos comentarios como aquel de que en el Canal 6 de Guadalajara, en los tiempos en que él era un niño, descubrió al monstruo de la laguna negra, que fue inspiración —que no plagio— de su película La forma del agua. Eso fue un domingo “de misa y película”, expresa el amante de las tortas ahogadas y los lonches de pierna, pues es lo único tal vez que se podía hacer en esta ciudad guadarranchera —en la cual dicho sea de paso, éste que escribe vivió por muchos años en su infancia y entiende totalmente a Guillermo del Toro.
“Si para hacer una película fantástica revisas películas fantásticas, estás sólo haciendo eco”, explica el buen Memo a sus seguidores, a la pregunta de cómo hacer cine y ser tan exitoso como él. Así que mejor hay que realizar un melodrama doméstico de especias frente a un hombre pez que se lo quiere echar al plato una mujer muda, afirma este creador de monstruos internacionales oscareables, quien expresa en algún momento que una de las razones por las que está en Guadalajara es por los jóvenes.
Ahí mismo afirma que si puedes hacer cine en México puedes hacer cine donde sea, porque el cine mexicano es evolutivo pero también volutivo, pues “yo también estuve en la UdG y ya sé lo que es”.
El ganador del Oscar con La forma del agua, dice que no toma agua en plena charla «porque el que bebe agua, orina, y el que orina se tiene que ir”.
Y aquí sigue, pues.
Esta historia mostrológica continuará…. ©