DANDYS Y CÍNICOS
Los muertos no mueren los mexicanos tampoco
Jim Jarmusch ha dicho en Cannes que «ama a México» y que su «equipo de producción de ensueño sería todo mexicano». El director estadounidense compite en Cannes con una comedia de zombies, mientras que Alejandro González Iñárritu —que ama a Jarmusch— es presidente del Jurado en Cannes y ha dicho que ser presidente del jurado mexicano «es peligroso». ¿Acaso se juntarán el hambre con las ganas de comer?
Por José Antonio Monterrosas Figueiras

«De verdad amo a México, a su cultura», le dice el cineasta Jim Jarmusch en entrevista a la periodista Jessica Oliva, editora en jefe de la revista Cine Premier, quien se encuentra en el Festival Internacional de Cine en Cannes, que comenzó el pasado martes, 14 de mayo, con la proyección inaugural de la película The dead don´t to die, del cineasta norteamericano de cabellera plateada, que además de ser uno de los consentidos del festival francés, su película trae un reparto ecléctico con nombres como Bill Murray, Adam Driver, Tilda Swinton, así como Iggy Pop, Selena Gomez y Tom Waits, por mencionar algunos.
La película de zombies que rechazó Netflix inaugura Cannes
Aunque Cannes ama a Jarmusch —como Jarmusch ama a México y como México ama a Jarmusch—, ésta es la primera vez que una de sus películas da apertura al festival de festivales de cine en el mundo (ha estado en competencia por la Palma de Oro, contando ésta, ocho veces y nunca la ha ganado, aunque hubo una novena en la que sí ganó pero en la sección cortometraje con Coffe and Cigarrets, en 1993, ¿será esta la buena?). The dead don’t die es una comedia de zombies que ataca un pueblo —así, sin mayor complicación—, pero tal vez otra razón por la que estrenó en esta edición 72, es porque Netflix como Amazon la rechazaron para distribuirla, ya sabemos que en este certamen fílmico francés película que se estrena en esas plataformas, película que no tiene cabida en este festival, menos para estar en su sección estelar.
Carlos Boyero, crítico de cine del diario español El País, dice en su crónica sobre la función inaugural de este filme, que por cierto compite junto a 20 películas más como la de su compatriota y también querido por Cannes Quentin Tarantino, con Érase una vez en Hollywood, que este festival «ha padecido cierto desfallecimiento en sus últimas ediciones, sobre todo, por la ausencia del imperio estadounidense, que ha optado por que el Festival de Venecia se convirtiera en la plataforma de su cine para el lanzamiento en Europa e igualmente por la fraternidad que ha establecido Venecia con nuevos y poderosos ricos como Netflix. mientras [sic] que aquí no han cedido a las exigencias de esa plataforma audiovisual empeñada en otra forma de consumir el cine, a domicilio, sin necesidad de pisar aquellos templos que algunos ya empezamos a añorar y a llorar denominados salas», (ah qué don Boyero tan chillón).

En ese sentido, no me parece casualidad que el presidente del jurado sea un cineasta mexicano y que éste sea el único de los Three Amigos que sus películas no las ha distribuido y producido Netflix, más cuando vemos que tanto Guillermo del Toro como Alfonso Cuarón, además de ganar el León de Oro en Venecia consecutivamente, su relación con esta plataforma de audiovisuales sea muy estrecha; ahí tienen al tapatío trabajando Pinocho con Netflix y ya ni se diga Cuarón con su multipremiada y sobre todo multipromocionada Roma. Ya sabemos que Del Toro triunfó con La forma del agua, en 2017, y él mismo fue quien entregó esa misma presea, al año siguiente, a su amigo y socio Alfonso Cuarón en la edición de 2018.
En contraste, Cannes invita al mexicano Alejandro González Iñárritu para estar al frente de su jurado estelar este año, el único de los Three Amigos, repito, que faltaba de poner en la palestra internacional, sino con una película sí con un papel destacado y en Cannes donde presentó su realidad virtual Carne y arena hace dos años —además como el primer cineasta latinoamericano en presidir ese jurado junto a otros ocho personajes relacionados con el séptimo arte como Kelly Reichardt, Pawel Pawlikowski, Yorgos Lanthimos, la joven actriz Elle Fanning, entre otros (aclarar que el primer latinoamericano en encabezar ese jurado fue el guatemalteco premio Nobel de literatura Miguel Ángel Asturias, pero ojo no fue cineasta). Además, González Iñárritu hace casi, casi, 20 años, obtuvo el premio La Cámara de Oro, por Amores perros, en la sección dedicada al cine de directores nóveles, La Semana de la Crítica.
Cannes invita al mexicano Alejandro González Iñárritu para estar al frente de su jurado estelar este año, el único de los Three Amigos, repito, que faltaba de poner en la palestra internacional, sino con una película sí con un papel destacado y en Cannes donde presentó su realidad virtual Carne y arena hace dos años.
Previo a la inauguración de Cannes, en la conferencia de prensa del jurado, González Iñárritu dijo ser un «creyente fiel de que ver una película no es lo mismo que observarla», porque «el cine nació para ser experimentado de forma comunal» y luego subrayó —como curándose en salud—: «No tengo nada en contra de ver una película en el iPad o en el teléfono o computadora, hay veces que yo lo hago, pero también se que no es lo mismo». El realizador de las películas El Renacido y Babel explicó que «Francia es una excepción, pero cuántas de estas películas se exhibirán en el mundo, especialmente en México, donde hay pocos cines alternativos heroicos. Netflix ha hecho un gran trabajo capitalizando esta carencia y las está incluyendo en televisión. Es grandioso que existan en la TV, pero no dar la opción a las personas de experimentarlas».
«Ser presidente del jurado en Cannes —y mexicano— es peligroso: Alejandro González Iñárritu
Regresando al hombre de las gafas oscuras, en el 2016, cuando estuvo de vista a la Ciudad de México ( ver nota: Nerds villamelones reunidos con Jim Jarmusch, de Félix Morriña), dijo que le gustaría filmar en este país —que tanto ama—, tal como se lo expresó a Jessica Oliva y quien le recordó que por eso puso algunos diálogos de Selena Gomez —suponemos que en español y gritando: «¡viva México!», porque un servidor no está en Cannes y no ha visto la película— y abunda que de hecho, uno de sus crews favoritos ha sido mexicano y recuerda que en la película Los límites del control trabajó con Eugenio Caballero, por lo que «parte del crew era mexicano» y luego, le pone un ejemplo a la periodista y le cuenta esta historia: «hubo una vez que estábamos haciendo una toma en una pequeña plaza. Había una motocicleta atrás de la actriz que no era nuestra y yo quería quitarla», y aquí va algo que pareciera un chiste de gallegos: «El crew español me decía que no se podía, que era contra la ley, y mientras todavía estaba negociando con ellos, el equipo mexicano ya estaba atrás de ellos moviendo la moto y diciéndome: ‘¡Listos, hagamos la toma’. Mi equipo de producción de ensueño sería todo mexicano. Además de que son muy evolucionados a nivel estético», (¿Me estás oyendo Eugenio… Derbez?), le terminó de contar a la reportera.
Por si no fuera poco y para que vean que el amante de México y los vampiros más que de los zombies, ahí mismo rememoró una noche mexicana en la que coincidió con Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro y Alejandro González Iñárritu, precisamente en Cannes. Los Three Amigos lo invitaron a pasar una noche de fiesta en el «cuarto mexicano». Finalmente, el cineasta que en este punto de la nota podríamos llamarlo Jaime Jarmusch, lanzó unas dulces palabras hacia el actor Gael García Bernal, a quien dirigió en su cinta Los límites del control. En esta edición de Cannes, por si fuera poco, se presenta el segundo largometraje del charolastra, como director, se llama Chicuarotes.
Así que todo parece indicar que la relación González Iñárritu y Jarmusch es estrecha y como ya lo dijo el mismo director de Birdman, en la conferencia de prensa: «nunca he sido presidente, nunca he tenido control en mis sets, en mi familia, en nada. Ser presidente ha sido una de las cosas que jamás imaginé, y ser presidente del jurado mexicano es peligroso». ¿Habría qué preguntarle a González Iñárritu a qué se refiere con esto último? ¿Acaso se saltará las reglas como lo hizo el crew mexicano de Jarmusch? Y si es así, a quién favorecerá. Será interesante saber cuál director o directora obtendrá la Palma de Oro de las manos del «Negro» que nunca ha ganado esa presea. Y ha declarado que es mejor estar del otro lado.
“Soy presidente del jurado, no dictador del jurado”: Guillermo del Toro

Todo esto me hace recordar a Guillermo del Toro en Venecia, hace un año, cuando le preguntaron siendo presidente del jurado del certamen fílmico italiano sobre cómo afrontará la decisión de juzgar Roma, “El gordo” que siempre sabe hacer reír a la gente en momento de tensión, en esta ocasión respondió de manera muy seria: “soy presidente del jurado, no dictador del jurado”, además de que: “es importantísimo como adulto profesional y cineasta juzgar cabalmente las películas por lo que está en ese rectángulo (que es la pantalla) y nada más”.
También rescato aquí, cuando el cineasta a principios de enero de 2018, después de haber ganado el premio a Mejor Director en los Golden Globes, una reportera china dijo: “Usted tiene la habilidad de ver el lado oscuro de la naturaleza humana, la fantasía y el terror. Pero también es una persona amorosa», y luego preguntó: «¿Cómo encuentra ese balance?”, su repuesta fue entonces: «Porque soy mexicano», lo que generó risas y aplausos y luego detalló que: «Nadie ama la vida más que nosotros (los mexicanos), porque estamos conscientes de la muerte. Apreciamos la vida porque vivimos con la muerte. Todos en este planeta abordamos un tren cuyo destino final es la muerte, así que vamos a vivir, disfrutar, amar y ser libres. Cuando eliminas una de las dos partes de la ecuación, se convierte en un panfleto. Cuando tomas en cuenta la oscuridad para prender la luz, eso es la realidad”.
En este contexto, me gustaría saber cómo sería una película de zombies de Guillermo del Toro… ¿sería como la del vampiro Jim Jarmusch, que no se quita los lentes oscuros ni para ver su película de zombies? ¿O será como la serie The Strain, escrita por Guillermo del Toro y el escritor Chuck Hogan en la que unos vampiros parecen zombies? Pues ya sabemos que los mexicanos nacemos donde se nos da nuestra chingada gana y cuando morimos, como los zombies, nunca morimos. Termino advirtiendo que si hay alguna objeción por alguno o todos los puntos desarrollados en esta nota, entiéndame, yo como Guillermo del Toro, Alejandro González Iñárritu, Alfonso Cuarón y anexas, también «soy mexicano» y escribo: «lo que diga mi de dedito», porque tal como dice ya saben quién, sí, el presidente México, Andrés Manuel López Obrador, cuando una información no le favorece o va en contra de lo que él quiere o cree, afirma: «yo tengo otros datos». ¡Ganará Almodóvar y ya!
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José Antonio MonterrosasFigueiras es editor cínico en Los Cínicos, ha colaborado en algunas revistas de crítica cultural.