COLUMNA: DANDYS Y CÍNICOS
El cumpleaños en que fui un tornado
Ahora cada 27 de septiembre las canciones de José José sonarán en algún momento de mi cumpleaños, porque no faltará quien ya borracho quiera recordar al “Principe de la Canción” en las primeras horas del 28 de septiembre. ¿Castigo divino? ¿Oportunidad tal vez para reconocerme en José José? ¿Momento para ser una tormenta, un tornado o un volcán apagado?
Por José Antonio Monterrosas Figueiras

El viernes, 27 de septiembre, fue mi cumpleaños número 41. No había nada en puerta para celebrar esa cifra que provoca chistes y bromas gays entre hombres de cuarenta años. Lo único emocionante del día fue saber que el caballo BoJack regresa a Netflix con una sexta temporada y que se estrenará el 25 de octubre del 2019, y la segunda, el 31 de enero de 2020 para irse para siempre (ojalá sea a Cuernavaca). Por lo demás, salvo los cientos de “¡felicidades!” en el Facebook y algunas llamadas al celular, el día fue un campo raso. Todo cambió cuando en los mensajes apareció la invitación del escritor oriundo de Cuernavaca, Ulises García, para celebrar mi cumpleaños en un pequeño bar del centro de esa ciudad: “¡yo te invito unas rondas!”, me dijo. Agarré la ruta alrededor de las 7:30 de la noche y llegué al lugar de la celebración, en donde ya me esperaban un grupo de nuevos amigos para desearme un feliz cumpleaños y… ¡salud!
Las horas pasaron y las cervezas también, los amigos fueron huyendo en el transcurso de la noche de ese lugar conocido como Los Tintos y al mismo tiempo iban llegando felicitaciones en video-llamada desde Toluca, por parte de la promotora de libros Michelle Gaytán, la poeta Rocío Franco y el periodista dandy pero punk Félix Morriña. Más tarde sólo quedaron un pequeño tornado de borrachos que brindamos con mezcales y Victorias. Veloces y tambaleantes nos movimos a otro lugar donde la fiesta continuaba entre reguetones y caguamas, pero llegó el momento de escapar del bar con nombre de canción de los Beatles, cuando ya dormían cuerpos decadentes en las mesa frente a la pista de baile. A las cinco de la madrugada ya estaba llegando a casa para dormir.

Amaneció tarde al día siguiente. Fue una invitación para asistir a cantar melodías de José José por parte de la directora de una revista donde solía colaborar, Alejandra Quintero fue la que me despertó. «Los mejores éxitos de El príncipe de la canción en La Burbuja», se leía en la convocatoria, con una información precedida por un asterisco: «Concurso de karaoke para la mejor interpretación de «El triste», el primer lugar recibirá rosas». Oficialmente ese lugar ubicado en Morelia, se llama La Cueva de Chucho y no La Burbuja, la razón no la sé, pero en el día es un restorán y en las noches se transforma en una especie de VIPS-congalero que lo ambienta una rocola. Su mejor semana en el año es entre octubre y noviembre, cuando se realiza el festival de cine, ya que es ahí donde termina irremediablemente la fiesta del diario de los prendidos cineastas y periodistas chilangos, que horas después, si bien les va, estarán metidos en alguna sala de cine con lentes negros y café exprés, para roncar en alguna maravillosa película mexicana.
La notificación en Facebook para cantar melodías de José José, no la entendí hasta que media hora después vi la noticia de la muerte del “Principe de la Canción”, a los 71 años, producto de un cáncer en el páncreas. Un café, luego de llenar los platos de croquetas a mis perros, me puso frente a la computadora para enterarme bien a bien de lo que ya había puesto en un mood triste, muy triste, la tarde de este sábado, 28 de septiembre a los fanáticos de José José. Alcohólicos de derecha a izquierda estuvieron de acuerdo en Twitter en ello: De Felipe Calderón a Evo Morales, lloraron la muerte del interprete de canciones como Almohada o El Triste. Seguro para finales del mes que viene, que se celebrará una edición más del Festival Internacional de Cine de Morelia, no faltarán las noches en La Burbuja en las que se harán, hasta el vómito, tributos a José José.
A las dos o tres de la tarde, escribí en mi Facebook que les quería agradecer a todos sus felicitaciones por mi cumpleaños número 41, pero como se murió José José ya sé que ahora nada les importa. Raquel, por ejemplo, quien aprovechó para felicitarme, me respondió: “Ten un feliz cumpleaños y sobre todo un excelente conecte de peda con este momento luctuoso”. Le agradecí con un «ahora soy un volcán apagado». Por cierto, esa canción que da nombre al disco Volcán, es del mismo año en que nací, en 1978. Por lo que Volcán y yo tenemos muchas más coincidencias que diferencias.
De hecho, siempre me ha parecido un tanto absurdo esos desbordamientos humanos en las cantinas por las canciones de José José. Nunca, o pocas veces, he sentido que sus melodías me hayan empujado a continuar tomando —a veces es hasta todo lo contrario—, no voy a negar que sí hay cierto goce — aunque no lo entienda— por ver a esos despojos a las cinco de la madrugada, escupiendo frases pastosas del cantante, como persiguiendo su dulce tono que les abre las heridas.
Y tal vez sea por eso, que suela ser «un volcán apagado», sobre todo con las canciones de José José. No he sido de aquellos que en medio de la borrachera cante dolido sus canciones amargas, no soy como aquellos conductores de noticias que se les veía en la cara más que el dolor, el recuerdo de aquellas farras donde han entonado sus canciones, pero ahora tienen que estar en la televisión con cara de tristeza, recabando opiniones al respecto. De hecho, siempre me ha parecido un tanto absurdo esos desbordamientos humanos en las cantinas por las canciones de José José. Nunca, o pocas veces, he sentido que sus melodías me hayan empujado a continuar tomando —a veces es hasta todo lo contrario. No voy a negar que sí hay cierto goce — aunque no lo entienda— por ver a esos despojos musicales a las cinco de la madrugada, escupiendo frases pastosas del cantante, como persiguiendo su dulce tono que les abre las heridas. Tal vez de las canciones que más me prenden del ahora fallecido artista —además de Volcán—, es la que dice: «buenos días amor amor amor, qué tiene tu cara…».
En toda la jornada del sábado dando seguimiento a la muerte del ídolo del pueblo, veo el video emblemático donde canta El Triste y pienso que José José tal vez fue el precursor moderno de los Emos de hoy, con su cara de luna y traje en colores oscuros. La euforia del escritor Rafael Pérez Gay diciendo en televisión esas frases ya muy construidas de que José José fue parte de la «educación sentimental de los mexicanos», contrasta con la melancolía del personaje al que alaba. Bueno, tiene cierta razón lo que expresa, pero no sé por qué al escuchar a Pérez Gay hablando de José José, lo imagino con bata y pantuflas frente a un plato de corn flakes y el libro de Y sin embargo yo te amaba, en el que él mismo escribió algo sobre el hombre que lo han llegado a nombrar como el Frank Sinatra mexicano, y el actor César Bono incluso corrigió el sábado en la televisión junto con sus entrevistadores: «¡Frank Sinatra fue el José José gringo!»

Así que para cerrar mi contribución a tan lamentable noticia, sobre todo para mis amigos con cierto olor a Godínez, escribí algunas líneas en Twitter: “Murió José José, nos quedan sus grandes interpretaciones a canciones de mediocre tristeza y su enorme actuación en la telenovela La fea más bella”, pues también el cantante pasó por la pantalla grande y la pantalla chica. Las palabras en la película estrenada en el telúrico 1985, Gavilán o paloma, dirigida por Alfredo Gurrola sobre la vida de José José, actuada por él mismo, sobre sus años de éxito musical y fracaso personal, en la década de los años setenta, inicia con un niño que le advierte a sus amiguitos que «cuando sea grande quiere ser un galán de cine». Como suele suceder con estos personajes en México, terminan metidos en la televisión haciendo telenovelas que muestran la cumbre de su éxito, una especie de burocratización del ídolo. Ahí tienen el caso del también cantante y actor Eulalio González «Piporro», en la comedia Agujetas de color de rosa, de Luis de Llano.
Finalmente, veo algunos memes y ahí aparece la foto en donde está Juan Gabriel, Rocío Dúrcal, Camilo Sesto y José José. Y es que hace una semanas, a principios de septiembre, con la muerte del cantante español Camilo Sesto, esa imagen en blanco y negro corrió por redes sociales y portales de noticias, advirtiendo que ya sólo faltaba uno: José José. Bueno, ahora ya sabemos que no queda ninguno: todos está muertos, todos están tachados, ahora son fantasmas de la historia, a menos que lo encuentren todavía vivo en los Estados Unidos a José José.

No tengo una imagen concreta sobre José José, creo que ni siquiera despertó en mi alguna euforia ese disco de los años noventa en el que cantan grupos como La Lupita para homenajearlo. ¿A qué niveles de desapego he llegado? ¿En qué almohada he dormido todos estos años? ¿Será que soy un volcán irremediablemente apagado? Ustedes y Pérez Gay —con pantuflas y bata— le seguirán llorando al «Príncipe de la canción», yo en cambio no me repongo de la muerte de «El pequeño gigante de la canción», Nelson Ned, sucedida en enero de 2014. Nos queda Tom Jones para iluminar estos días lluviosos por culpa de la depresión tropical llamada Narda, que podrían rebautizarla como José José. «Todo pasará» dice una canción de Nelson Ned.
Lo único cierto es que ahora cada 27 de septiembre las canciones de José José sonarán en algún momento de mi cumpleaños, porque no faltará quien ya borracho quiera recordar al “Principe de la Canción” en las primeras horas del 28 de septiembre. ¿Castigo divino? ¿Oportunidad tal vez para reconocerme en José José? ¿Momento para ser una tormenta, un tornado o un volcán apagado? Prometo hacer el intento para mi siguiente cumpleaños, porque mi canción de aquí a 2029 será —por edad— Cuarenta y veinte.
Apunta en Twitter la flamante jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, que la mejor manera de hacerle un homenaje a José José, «símbolo de nuestra ciudad», es abriendo el micrófono para que la ciudadanía cante sus melodías. Así que #ViernesDeKareoke, el 4 de octubre, en el kiosko de la Alameda Central para conmemorar al «Principe de la Canción». Ahí nos vemos para cantar Volcán o He renunciado a ti. Lleven su Bacardí para seguir moralizando al país, que esto puede ser el «quiebre» entre la doctora y tlatoani de Mascupana.
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José Antonio Monterrosas Figueiras es periodista cultural y cronista de cine. Es editor cínico en Los Cínicos. Ha colaborado en diversas revistas de crítica cultural.