DANDYS Y CÍNICOS

Mientras agonizo

He sobrevivido al 2019, pero a finales del mes de noviembre del año que ya se fue, parecía que algunas cosas terminarían sin tener vuelta de hoja. Hay días así, que todo parece que va caer de manera fulminante.

Por José Antonio Monterrosas Figueiras

J.A. Monterrosas bebiendo con Faulkner.

He sobrevivido al 2019, pero a finales del mes de noviembre del año que ya se fue, parecía que algunas cosas terminarían sin tener vuelta de hoja. Hay días así, que todo parece que va caer de manera fulminante, como ese 28 de noviembre pasado, cuando escuchaba el programa El Mañanero de Brozo, en el que celebró sus 25 años de dar noticias en la radio para al día siguiente cerrar la cortina del programa.

A las ocho de la madrugada de ese jueves, sonaba su penúltima transmisión en Aire Libre, una estación de la Ciudad de México. Eso sucedía mientras el Facebook tuvo una falla mundial, por lo que no hubo ni como aplicar el leguaje de señas —que ni sé—, para expresar la pinche tristeza que me daba que al día siguiente el payaso insubordinado de la radio se despediría: «a lamerse la heridas en el mes de diciembre», dijo días antes para quién sabe cuándo chingados volver. Yo sin embargo pedía más Mañaneros de Brozo y menos Mañaneras del Peje.

En ese apocalíptico día, corrió la noticia de que la familia Simpson era muy probable que se despidiera para siempre en este 2020. De esto me enteraba cuando al mediodía, yendo a la lavandería y hablando por celular con un amigo, me detuve en una paletería que solía tener mesitas afuera, ahí me senté para concentrarme en esa charla telefónica, pero había una silla y una mesa, en algún momento la chica que atiende ese lugar, me contó un tanto consternada que no había más sillas ni mesas, porque la noche anterior le habían abierto el local para robárselas. “¡Unas sillas de dos pesos, carajo!”, respondí, «también el horno de microondas», abundó con los ojos llorosos. ¡Qué miserable día de noticias funestas!

Esos momentos, quién sabe por qué, me llevaron a pensar en el libro La broma infinita, de David Foster Wallace. La Wikipedia explica que el título de esta novela se encuentra en la escena 1, del Acto 5, de Hamlet, en la cual Hamlet tiene en su mano el cráneo del bromista de la corte, Yorick, que dice: «¡Ay! ¡Pobre Yorick! Yo le conocí, Horacio…, era un hombre de bromas infinitas y la más fecunda imaginación. Me acuerdo que siendo yo niño me llevó mil veces sobre sus hombros… y ahora su vista me llena de horror». «Maldita ciudad de la eterna primavera», pensé mientras bebía una agua de horchata, «¿por qué eres así de cruel?», agregué.

«Es una comarca dura para el hombre, muy dura. Trece kilómetros del sudor de su cuerpo barrido de la tierra del señor, donde el propio señor le dijo que lo dejase caer. Un hombre honrado y trabajador no puede sacar nada de provecho en este mundo pecador [y menos desde Cuernavaca].”

Casi al final de ese día de noviembre, como si el cosmos intentara decirme algo más, escuché a Marilyn Manson. Tenía meses o años, tal vez, de no oírlo. Después apareció esta magistral y minuciosa nota de la periodista Mónica Maristain en mi Facebook, en la que se anunciaba una versión de la monumental y apocalíptica rola de The Doors, The end, realizada sí, por esa black star gringa con ojo izquierdo coqueto. En una parte de la nota de Mónica se lee lo siguiente: “Hacer una canción para destruirla”, decía el otro día la cantante española Erika Albero. Y ese es el cover de Manson, uno de los artistas más inteligentes del siglo XX y que ha llegado orondo a este siglo XXI».

Ya no sé qué mas decir ante tanto final, sólo que suelo tener la manía de preguntarle a los libros sobre mi vida. Le tocó a uno que he tenido cerca en estos meses, es de Salman Rushdie y su título es coincidente conmigo, pues se llama: Memorias de Josep Anton, o sea Memorias de José Antonio en español. Ahí Rushdie relata su periplo tras publicar Los versos satánicos, hace treinta años, lo que le ocasionó una sentencia de muerte por el fenecido ayatolá Jomeni de Irán, por según blasfemar contra Mahoma en esa novela. Así que pregunté a Josep Anton: «¿Cómo iría mi vida en estos últimos días del año?» Y abrí el libro al azar, mi dedo cayó en la página 267, donde se lee: «Ella contestó lo que él ya sabía: que en el amor incondicional que existía entre ellos nada podía ser problema”. «Esta es la bella y terrible vida», me respondí, y «el final mi único amigo”, sumé mientras escuchaba The End con Marilyn Manson. Frente a esto, sólo pude agradecer el estar vivo, así que eché al bote de la basura las nostalgias agrias y puse mi ropa limpia en orden.

Los siguientes días de la noticia de que Los Simpson terminarían, no fue cierta. Esto se confirmó precisamente el 17 de diciembre pasado, cuando la familia amarilla cumplió treinta años. Por su parte, Brozo, anunció días después, que viene su regreso y será para este 6 de enero de 2020, lo dijo mediante un video donde el payaso tenebroso se ve que se va de mojado a los Estados Unidos. Por su lado, las redes sociales, que se cayeron ese 28 de noviembre, continuaron como asidero de ocurrencias colectivas, con las que podemos reír o llorar.

Como decía al principio, he sobrevivido al 2019, muchos sin embargo no lo lograron. Así que brindo por este inicio del 2020, que en sus primeras horas leo frente a una alberca en Cuernavaca, lugar donde vivo desde hace par de meses, a William Faulkner. El libro es Mientras agonizo, en su página 84, se encuentra lo siguiente y con lo cual concluyo este texto de muchos finales y reinicios: «Es una comarca dura para el hombre, muy dura. Trece kilómetros del sudor de su cuerpo barrido de la tierra del señor, donde el propio señor le dijo que lo dejase caer. Un hombre honrado y trabajador no puede sacar nada de provecho en este mundo pecador [y menos desde Cuernavaca].” ¡Feliz —y pecador— año nuevo, 2020!

¡Órale!

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