DANDYS Y CÍNICOS
La caja de cerillos en el féretro de un paisajista mexicano
Ha muerto el gran paisajista de México Jorge Cázares, ¿cuántos de sus nostálgicos paisajes de la provincia mexicana, ahora son fosas clandestinas o sitios apropiados por el narco, solapados por las autoridades? «México está en llamas», advierte, por otro lado, el poeta Javier Sicilia, mientras «El Cuauh» quiere renunciar y el periodista está por enviarle una carta, para poder ver los murales de Cázares en el Palacio de Gobierno de Morelos.
Por José Antonio Monterrosas Figueiras

Jorge Cázares Campos, recordado por su monumental y minuciosa obra paisajista, falleció a la edad de 82 años en Cuernavaca, el pasado 11 de enero. Algunos comparan su obra pictórica con la de José María Velasco y el Dr. Alt, otros más, les recuerda la primera etapa del británico William Turner, tal como me lo comentó el artista Jorge Garibaldi. Cázares también fue apreciado por su labor como gestor cultural —soñaba con que Cuernavaca, lugar donde nació el 20 de noviembre de 1937, fuera la ciudad de los cien museos—; todos sabían, sin embargo, que el maestro Cázares pasaría a la posteridad, el día que llegara su muerte, como el pintor de las cajas de cerillos.
Cázares en los Clásicos de Lujo: El arte culto y su popularización
La empresa de fósforos La Central, que nació en 1885, conserva hasta ahora los cuadros de Jorge Cázares en sus cajas de cerillos de color canario. Éstas surgieron en 1940, y forman parte de la colección de los Clásicos de Lujo. Así lo corroboré el domingo, 12 de enero, ya muy tarde, después de un largo día que comenzó con el homenaje de cuerpo presente del pintor, a las diez de la mañana, en el Jardín Borda, en el Centro de Cuernavaca. Me metí a una tienda cerca de casa y pedí un par de ellas.
Daniel Montull, el director general de la fábrica de cerillos La Central, nacida en Veracruz, fue quien tuvo la idea de incluir a artistas mexicanos al reverso de las cajetillas de fósforos, tal como lo escribe el periodista Diego Cera, en su nota del sitio Local.Mx, «Cerillos La Central: pepita de oro en el mundo de las cosas pequeñas«: «Una vez que los Clásicos de Lujo se volvieron populares como artículos de colección, don Daniel tuvo la idea de incluir artistas mexicanos al reverso de las cajetillas. Al menos 122 pintores mexicanos dieron a conocer su trabajo gracias a La Central, entre ellos estaba Jorge Cázares, quien murió hace unos días y fue el autor de las estampas más populares de los cerillos: los paisajes de varias zonas rurales de México». Los Clásicos de Lujo, tal como lo explican los de la cerillera son: «una invitación para adentrarse en el mundo de los grandes maestros de la pintura universal, representados por sus obras más significativas que los ubican dentro de los clásicos del arte».

Cázares viajó por todo México para realizar varios de esos cientos de cuadros en los que, a diferencia de Velasco, no daba brochazos en sus pinturas, sino que hacía una labor muy detallada; pintaba las hojas de los árboles una por una, basta tener una lupa a la mano para comprobarlo. Fueron 106 sitios los que pintó, si ahora fuéramos a verlos estarían probablemente muy diferentes —tal vez erosionados por el irremediable pasar del tiempo y nuestra naturaleza de depredadores de todo, además de estar en un país sometido a las reglas del crimen organizado.
Particularmente, me parece genial la idea de que un pintor de paisajes costumbristas, fuera recordado en varios periódicos después de su muerte, como aquel que ilustró pequeñas cajas de cerillos, las cuales son tan comunes en nuestra vida cotidiana, que de pronto olvidamos el valor de lo que ahí podemos apreciar, y que al mismo tiempo, son significativas ahora que ha muerto su creador.
Pensaba en la idea de que éstas son, además, arte pop, considerando claro que esa no es su función principal, o como ha escrito Diego Cera son: «piezas de arte involuntaria». Estas cajas de un tamaño de 6.9 x 4.7 x 0.9, contienen 50 cerillos que son utilizados para encender la estufa, una vela, algún cigarro y al final, terminar aplastadas en el bote de basura. Seguramente hay quien las ha coleccionado o le han motivado para volverse pintor o artista.
El homenaje a Cázares sin sus pinturas
En el homenaje de cuerpo presente organizado por el Gobierno de Morelos, sucedido el segundo domingo de enero, donde estuvieron amigos y colegas del pintor, llamó mi atención algunas cosas que intentaré contar aquí de manera resumida.
Primero, que en el evento se respiraba un ambiente a provincia, con melodías de la tuna Minerva de Cuernavaca, quienes cantaron románticos versos como: «En Cuernavaca fue donde yo te besé, por vez primera, con la noche de luz, con la noche de amor y de quimera». Si bien Cázares fue un personaje relevante a nivel nacional e internacional, él no fue llevado a algún sitio para su homenaje fuera de la ciudad de la eterna primavera. Éste fue en el “Bellas Artes” local, advierten algunos, es decir en la Sala Manuel M. Ponce, del Jardín Borda, ese lugar donde vivieron Maximiliano y Carlota, y donde ahora se montan exposiciones, hay conciertos, además de exhibiciones de diversa índole.
Me pareció curioso que en ese misma ceremonia luctuosa con las palabras muy sentidas de su hijo César Arturo Cázares Clement —quien dijo que con la muerte de su padre se fue: «un ser de luz»—, además de expresiones de cronistas y personas allegadas al recién fallecido, no hubiera una sola pintura del maestro Cázares expuesta a lado de su féretro.
En segundo lugar, me pareció curioso que en ese misma ceremonia luctuosa con las palabras muy sentidas de su hijo César Arturo Cázares Clement —quien dijo que con la muerte de su padre se fue: «un ser de luz»—, además de expresiones de cronistas y personas allegadas al recién fallecido, no hubiera una sola pintura del maestro Cázares expuesta a lado de su féretro. Creo que ésta habría sido la manera más ilustrativa de reconocer su labor. Paradójicamente, lo que sí hubo ahí, fue una caja de cerillos con paisaje miniatura, que permaneció sobre el féretro del paisajista que estaba, en algún momento, cubierto por la bandera de México.

Como tercer punto, decir que me quedé reflexionando sobre el tema de la provincia mexicana, cristalina e inmensa, a diferencia de la citadina, abigarrada y estridente. Es común ver en las casas, restoranes u hoteles, cuadros con paisajes, con los cuales se le intenta dar un toque especial a las estancias, de nostalgia por la naturaleza. Sin embargo, la gran mayoría de ellos podrían ser meros cuadros inspirados por el célebre pintor Bob Ross, aquel de los árboles felices.
Cázares evidentemente no fue un pintor que se tomara a broma su oficio, pues como ya se dijo antes, su trabajo fue detallado y obsesivo. No cualquiera lo podría realizar, aunque todos podrían aspirar a dar brochazos con pinceles y tener un paisaje listo para colgarlo en casa. De otra forma esas cajas de cerillo con paisajes, podrían haber sido realizadas por cualquier aprendiz de brocha gorda.
«A principios de los sesenta, La Central decide crear una nueva versión de Clásicos de Lujo, y aparece en el mercado la Galería de Clásicos Mexicanos. El propósito fundamental de esta nueva promoción era doble: por un lado continuar con la labor cultural y, por otro, mostrar la belleza del paisaje mexicano a través de la obra de Jorge Cázares. De nuevo, el éxito y popularidad no se hicieron esperar», se lee en el sitio de la cerillera y yo no dejo de pensar, una vez más, en esta idea de cómo esas cajas de cerillos, son parte de nuestra memoria colectiva popular mexicana; como la silla de Acapulco, la muñeca colgada en el espejo retrovisor del camión colectivo, los luchadores de plástico, las cajetillas de cigarros sin filtro Faros, los carteles de Gloria Trevi con cananas, las playeras con el rostro del payaso Chepillín, ¡hasta la victoria siempre! o el uniforme del América con el número diez y el nombre del ahora gobernador del Estado de Morelos, Cuauhtémoc Blanco Bravo. Un sensacional arte pop que recuerda al artista Andy Warhol, a lo kitsch e incluso a lo camp.
Carta a Cuauhtémoc Blanco para ver los murales de Cázares

A la mañana siguiente, aprovechando que iba al Centro de Cuernavaca a comer con una amiga, a quien vi afuera del Palacio de Gobierno del estado de Morelos, recordé que ahí hay murales de Jorge Cázares. Aproveché entonces la coincidencia y le expliqué a los que vigilan la entrada, que me interesaba conocer los murales pintados por el artista fallecido el fin de semana pasado, los cuales se encuentran en el Salón Bicentenario de ese edificio. Respondieron que por el momento no era posible porque estaban ocupando el salón, que regresara más tarde, alrededor de las cuatro.
En el Salón Bicentenario, que se encuentra en el segundo piso del palacio de gobierno, se celebran actos oficiales, así como reuniones, juntas, mesas de trabajo, etcétera. Su nombre, se explica en un acuerdo escrito y emitido en el año de 2010 por parte del gobierno de Morelos, encabezado en aquel tiempo por Marco Antonio Adame Castillo [1], se debe a los festejos en el 2010, del Bicentenario del Inicio de la Independencia y Centenario del inicio de la Revolución. Antes de estos se llama Salón Gobernadores, porque ahí se encontraban alojados los retratos de todos los que han gobernado el estado de Morelos.
Al momento que se decide renombrar al salón, se le encomienda a Cázares la realización de un mural alusivo a la gesta histórica de la Independencia, obra a la que se le ha dado la denominación de: “Estado Mayor del Ejército del General José María Morelos”. Este nuevo mural, pasó a formar parte de otro ya existente en ese mismo recinto denominado como: «El General José María Morelos y Pavón, Frente a la Ciudad de Cuautla, 9 de febrero 1812», el cual es también obra de Cázares.

Después de comer un pozole verde con mi amiga, quien amablemente me invitó por el gusto de volvernos a ver, regresé al Palacio de Gobierno. Mientras desmontaban el gran árbol de Navidad que se encontraba en la explanada frente al edificio, los de la entrada me reconocieron y tras varias llamadas, mensajes vía WhatsApp y gestiones de carne y hueso, me dejaron pasar a la recepción de la oficina del gober Cuauhtémoc Blanco, para explicarle mi necesidad.
Ahí, como testigo, hay unas fotos colgadas en una de las paredes, recuerdo una en particular, en la que se mira al ex futbolista con las manos apuntado diagonalmente hacia el cielo, mientras él está rodeado de un grupo de mujeres alegres y vestidas de blanco. Cuauhtémoc Blanco realiza la popular «Temoseñal» que desde que jugaba en el América la hacía, cada vez que metía un gol.
Ojalá pronto, cuando lleve mi carta y que el gober la lea —si la lee— y responda, pueda entrar a ver ese trabajo que dicen es monumental, y que en en algunas fotos se puede comprobar. Por lo pronto, me quedo con los paisajes de las cajas de cerillos que compré en la tienda a tres pesos cada una.
Expliqué a las recepcionistas que como un ciudadano de a pie y motivado por el lamentable deceso del pintor oriundo de Cuernavaca, Morelos, venía a mirar sus murales ubicados en el Salón Bicentenario. Después de un par de minutos que se convirtieron en media hora, me dijeron que era necesario volver con una carta dirigida al gobernador Cuauhtémoc Blanco Bravo, solicitando mi visita al Salón Bicentenario para ver los murales de Jorge Cázares Campos, durante cinco minutos, y ya que éste respondiera, se podría concertar finalmente el pase para poder entrar al mencionado lugar. Ya de paso aprovecharía para preguntarle, si es cierto el trascendido, de que en la reciente visita del presidente de México a Morelos, el ex futbolista le expresara que ya no quiere ser gobernador y que quiere renunciar, pero no porque la 4T tiene planes para el «Divo de Tepito».
Aunque debo de aclarar que me pareció todo un tanto chusco y ridículo, la realidad es que francamente es un despropósito absoluto todo esto. Pues que un ciudadano haga el esfuerzo por ir y solicitar cinco minutos, para que lo dejen apreciar la obra del pintor que no tenía ni tres días de fallecido, no fueron suficientes argumentos para tomar las llaves y dejarlo pasar. Me pregunto: ¿cuántas personas les habría sucedido lo mismo? No creo que muchas, tal vez incluso ninguna se le ocurrió la descabellada idea de ir a ver los murales de Cázares. Es más: ¿por qué el homenaje de cuerpo presente no se realizó en en el Salón Bicentenario? ¿A caso fue por trámites burocráticos o porque los murales requiere reparaciones o por qué?
Ojalá pronto, cuando lleve mi carta y que el gober la lea —si la lee— y responda, pueda entrar a ver ese trabajo que dicen es monumental, y que en en algunas fotos se puede comprobar. Por lo pronto, me quedo con los paisajes de las cajas de cerillos que compré en la tienda a tres pesos cada una. Este podría ser un pequeño y muy personal homenaje a un hombre que volvió a sacar de sus casas a una comunidad ávida de recuperar su bella Cuernavaca, en tiempos decadentes y maltrechos para el país, a consecuencia de la violencia rampante y de la falta de pericia y empatía del gobierno local y federal, frente a la urgencia de parar con tantos asesinatos y desaparecidos, basta con leer la nota de Israel Mariano, publicada en el diario El Sol de Cuernavaca, el 27 de enero , con el título de «Desvanecen negocios en Cuernavaca».
Se lee esa nota, lo siguiente: «La Cámara de Comercio en Pequeño (Canacope), quien denunció que al menos en el último trimestre del año pasado, y en lo que va de éste, alrededor del 10 por ciento del padrón de afiliados todos de establecimientos, en su mayoría familiares, han solicitado su baja porque cierran las cortinas, el presidente de la cámara, José Salgado Patiño, comentó que no se explican las razones, pero es evidente que exista miedo por la extorsión y la inseguridad».
De los paisajes nostálgicos de Cázares, al «México en llamas» del poeta Sicilia

Ahí está el poeta Javier Sicilia, rodeado de reporteros y camarógrafos, a lado de la glorieta de la Paloma de la Paz, en Cuernavaca, Morelos. Está a minutos de emprender la marcha rumbo a Palacio Nacional, en la Ciudad de Mexico. Advierte que la política de balazos no funciona —se vio en los sexenios pasados—, pero tampoco la de los abrazos, pues «México está en llamas» y requiere de una sólida política de Estado (leer la nota publicada en Univisión, firmada por Rubén Rivera: «México registró 34,582 asesinatos durante 2019, la cifra más alta en 20 años»). Recordó además que la Guardia Nacional de Andrés Manuel López Obrador reprime a migrantes en la frontera sur de México (Aquí el mensaje de Javier Sicilia).
Es la marcha por la Paz con Justicia y Dignidad revivida una década después, ahora llamada Caminata por la Verdad, la Justicia y la Paz, que inició su trayecto alrededor de las diez de la mañana, del 23 de enero de 2020, con expresiones de personas que tienen a familiares desaparecidos como: «hija escucha tu madre está en la lucha» y » vivos se los llevaron, vivos los queremos». «Esta casa sigue ensangrentada», se lee en una manta. Ahí también están los LeBarón, la activista Mariclaire Acosta, también el actor Giménez Cacho, a quien le pregunto si va hasta Palacio Nacional, su respuesta es un sí agotado.
Pienso que la fuerza de esta marcha es más simbólica que multitudinaria, su poder es mediático, aunque Sicilia ha expresado que esto no es un show mediático, que los asesinatos y desaparecidos son miles, y es ahí en donde debemos poner atención.
Camino algunos metros al margen de los que conforman esta manifestación, antes de llegar a la autopista me detengo y los veo cómo van andando a paso lento, el sol comienza a quemar, un hombre me regala una mandarina, me doy la media vuelta, en tanto que voy pelando esa fruta les deseo buena suerte.
Voy de regreso al punto de partida, a contracorriente, y un silencio me rodea. «¿En qué encrucijada estamos metidos como país?» me pregunto. Ahora también agrego: «¿Cuántos de esos cientos de nostálgicos paisajes de Cázares, ahora son fosas clandestinas o sitios apropiados por el narco, solapados por las autoridades? ¿Qué pensaría Jorge Cázares al respecto?», me quedaré con esa duda.
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[1] http://marcojuridico.morelos.gob.mx/archivos/acuerdos_estatales/pdf/Acu-Salon-Bicentenario.pdf

José Antonio Monterrosas Figueiras es periodista cultural y cronista de cine. Es editor cínico en Los Cínicos. Ha colaborado en diversas revistas de crítica y periodismo cultural.