DIARIOS DE UNA PESTE
¡Y a veces juntas y revueltas!
No estaría mal revalorizar la necesidad de construir nuevas revistas culturales con la calidad, la pluralidad y el libre criterio que en el pasado tuvieron algunas publicaciones. Aunque seguramente, ese marinero junto a su nueva revista naufragaría a los pocos meses de existir, porque como alguna vez leí de un libro del crítico literario y académico, Fernando Curiel Defossé, en “México, literatura, cultura y política, nos cuadre o no, siempre andan juntas y a veces juntas y revueltas”.
Por Julieta Lomelí Balver

Las revistas culturales -muy distintas a las publicaciones de orden académico, que son leídas por una minoría- han sido parte primordial de la fundación de la opinión pública y la defensa de la democracia de nuestro país. En ellas, intelectuales, escritores, académicos, artistas y creadores en un sentido amplio, no sólo opinan sobre distintos tópicos que nos conciernen al ámbito social, estético y político común a todos, sino que también han sido parte y pioneros de algunos movimientos políticos de izquierda o de derecha, de intereses liberales o de tendencias dogmáticas, de rebeliones anárquicas, e incluso, de tendencias de orden acomodaticio.
Una de las revistas más famosas -a la cual siempre nos remitimos con cierta nostalgia-, fue Vuelta (1976-1998), una publicación emblemática, no sólo por la calidad de los escritores que transitaban por sus páginas, sino también por ser fundada y movida por el único nobel de la literatura que tenemos en el país, Octavio Paz. Figura emblemática que sin duda tenía la inteligencia y la habilidad de las relaciones públicas, lo cual ayudaría a Vuelta a ver desfilar entre sus números, a plumas no sólo mexicanas, sino también latinoamericanas y de código postal internacional.
Octavio Paz, estaba convencido de que Vuelta era importante para la alfabetización democrática del país, considero que no estaba tan equivocado. A diferencia de aquella época, en la actualidad, encontramos centenares de opiniones desfilando por revistas de toda índole, conocidas, desconocidas, derivadas del régimen, o empoderadas por él, que abonan a la discusión ciudadana de las condiciones sociopolíticas y culturales de México.
En una entrevista que le harían al Nobel literario en 1989, le preguntaban si no creía que las “publicaciones creadas por intelectuales en sociedades autoritarias eran ignoradas por el poder”, a lo que él -especialista en medir y convenir las relaciones entre política, pensamiento y cultura- contestaba que al contrario, que las revistas eran de gran utilidad porque construían público, y por lo tanto un criterio. Comentaba Paz: “en revistas como Vuelta hemos contribuido al hacer la defensa de la democracia, hemos contribuido al cambio de la opinión. Los primeros que hablaron de democracia en México no fue el gobierno, ni la izquierda, fuimos nosotros, primero en Plural y luego en Vuelta. En segundo lugar, la izquierda en México ha evolucionado por nosotros, y esto nunca lo van a confesar autores como Monsiváis o Gilly”.

Para el fundador de Vuelta, y el círculo de intelectuales que rodeaba a la revista, quedaba muy claro que, según ellos, eran los pioneros de la revolución democrática en México. No sé si eso sea o no del todo cierto, pero en algún sentido, la publicación de Paz y su grupo, se volvió importante porque provocó revuelos en las discusiones políticas de la época, y por supuesto, fomentó el diálogo mexicano, globalizando la discusión de las condiciones del país, que hasta entonces había sido bastante local. Una discusión que no sólo remitía al mero ámbito político, sino que también, como diría Octavio Paz, Vuelta trató de construir “vasos comunicantes entre la política y la cultura, porque todo lo social es cultural, sólo que hay distintos niveles y distintas esferas. Nosotros, y esto lo he dicho en varias ocasiones, en Vuelta hemos tratado de comunicar algunas de estas esferas: la política, la estética y, desde luego, la literaria”.
Guardando los matices necesarios en comparación con aquella época, sí podemos asegurar hoy la importante función social que cumplen este tipo de revistas de análisis, y divulgación de la cultura, pensadas para un amplio público, que en sus páginas tejen un abanico de posibilidades entre diversos tópicos, siendo conscientes que la raíz común no deja de ser eso que atraviesa a toda comunidad, lo sociopolítico. Las revistas culturales en América Latina, como alguna vez escribió González Torres, “han funcionado como una extensión del ágora, un modelo de vida intelectual y una escuela informal. A diferencia de una revista científica o institucional, una publicación cultural no aspira meramente a difundir o producir conocimiento sino a crear, pensar y debatir en los márgenes del saber certificado”.
Las revistas culturales en América Latina, como alguna vez escribió González Torres, “han funcionado como una extensión del ágora, un modelo de vida intelectual y una escuela informal. A diferencia de una revista científica o institucional, una publicación cultural no aspira meramente a difundir o producir conocimiento sino a crear, pensar y debatir en los márgenes del saber certificado”.
Existió también una revista cultural más discreta que “la de Paz”, Diálogos. Publicación fundada y editada por el filósofo Ramón Xirau, que a veces ha pasado un tanto desapercibida frente a la nostalgia de las grandes mafias culturales. Diálogos existió de 1964 a 1985. Fue una revista de discusiones cosmopolitas, previa al nacimiento de Plural, Vuelta o Proceso. Llevada por un filósofo discreto, con formación académica sólida que a veces se escondía en algún rincón de la UNAM, llevando en su cabeza esos “Diálogos” de referencia cultural que se consolidarían como un ejercicio intelectual de calibre internacional, para volverse la marca histórica de una época. Los motivos básicos de Diálogos fueron anunciados en la sección de “Epígrafe” del número 50: “ser una revista mexicana que también contara con escritores, sociólogos, poetas, economistas, pintores, psicólogos de Iberoamérica y del mundo; reiterar la unidad de las diversas ramas culturales; profundizar en la especialización; comprender la cultura a partir de sus vasos comunicantes y ser una revista humanista”.
Diálogos no era una revista académica, pero no por ello clausuraba sus páginas a los académicos, quienes también fueron invitados a publicar sus pensamientos en un lenguaje claro y construido para un amplio público. La revista abrió sus puertas a textos de opinión, crónicas, críticas de cine, de libros, de música, de artes plásticas, etcétera.

El filósofo Ramón Xirau era una mente cosmopolita, cimentada por amplios andamiajes estéticos, por la apuesta interdisciplinaria, y de diversas motivaciones sociales, al igual que la revista que fundó y dirigió por dos décadas. Un hombre así, que no sólo concilia temas, ediciones, intereses de un amplio público lector, sino también autores y sobre todo sabe administrar con diplomacia egos ajenos; sólo alguien de ese calibre y armonía, fue quien pudo llevar esa majestuosa faena de Diálogos, que a veces se desdibuja frente a los coloridos y estridentes escándalos sentimentales de los grupos de revistas más endogámicas.
Con la marea de información que actualmente abre el internet y la tempestad de artículos colmados de fake news, de líneas tendenciosas, de opiniones polarizadas e imposiciones políticas, no estaría mal revalorizar la necesidad de construir nuevas revistas culturales con la calidad, la pluralidad y el libre criterio que en el pasado tuvieron algunas publicaciones sí tuvieron. El esmero en ello será la labor de algún valiente marinero que, alejado de grupúsculos culturales e intereses viles de afán proselitistas, pudiera recobrar esta labor de fundar una revista sin censura, sin autocensura, sin sesgos impuestos por la política y la coyuntura, y por supuesto, de afanes dialógicos con la ciudadanía y la vida democrática del país.
Aunque seguramente, ese marinero junto a su nueva revista naufragaría a los pocos meses de existir, porque como alguna vez leí de un libro del crítico literario y académico, Fernando Curiel Defossé, en “México, literatura, cultura y política, nos cuadre o no, siempre andan juntas y a veces juntas y revueltas”.
©
* Texto originalmente publicado en Revista 360.

Julieta Lomelí Balver Candidata a PhD en IIFs-UNAM. Colaboradora en Laberinto-Milenio y en Filosofía&Co (Herder España) Mujer de trasmundo. No es apta para “esta orilla”, pero sí para construir en granito una isla interior donde habitan monstruos marinos, amenazas metafísicas y todo un océano de excedente de sentido. Escribe ensayo y arrenda un piso en el costoso edificio de la filosofía.