DANDYS Y CÍNICOS

Una Noche de fuego, baile y docuficción nacional

No sé si tuvo dedicatoria la melodía que bailaron alegres los ganadores en el cierre de la ceremonia del Ariel 64, pero Leticia Huijara, la directora de la Academia, dijo con la voz quebrada que: “Hoy la AMACC no cuenta con recursos para poder operar y seguir trabajando como lo ha hecho hasta ahora. Debemos hacer una pausa. Explorar caminos alternos para continuar”. Así pues: «Que nadie sepa mi sufrir».

Por José Antonio Monterrosas Figueiras

¿»Mala Noche» en el Ariel? No. Foto: Alejandro Meléndez

Esta noche de martes, 11 de octubre, se llevó a cabo la premiación del Ariel, en su edición 64. En una pésima transmisión desde el Canal 22, que se iba cada tanto y había que estar actualizando su página cada 22 minutos, (ya sé, es mi computadora conservadora), algunos apuntes sobre esta celebración a “lo mejor del cine mexicano”.

Con dedicatoria para los que pagan mal al Ariel

Surrealista y simbólico fue ver que el final del Ariel haya sido con un baile de bodorrio sobre el escenario, fue con la canción que dice en su estribillo: «Amor de mis amores, amor mío qué me hiciste / Que no puedo conformarme sin poderte contemplar / Ya que pagaste mal a mi cariño tan sincero / Lo que conseguirás que no te nombre nunca más».

Y empiezo por el final porque no sé si tuvo dedicatoria la melodía, pero Leticia Huijara, la directora de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC), dijo en su discurso, con la voz quebrada, que: “Hoy la AMACC no cuenta con recursos para poder operar y seguir trabajando como lo ha hecho hasta ahora. Debemos hacer una pausa. Explorar caminos alternos para continuar. Hacemos un llamado a cerrar filas, a cuidar de la academia como lo que ha sido. Un sueño imaginado por cineastas como un bien de todos. Como la casa de todos. Larga y luminosa vida al cine mexicano.”

Ahí mismo Huijara expresó que la AMACC ha manifestado la urgencia de presentar ante el congreso la propuesta de modificaciones a la ley federal de cinematografía, pues agregó, acongojada, que: “Merecemos trabajar en un contexto regulado de este nuevo sistema audiovisual, que procure equilibrios y beneficie a todos”.

Premios a la docuficción mexicana

Alonso Ruizpalacios, director de «Una película de policías», el Mejor Documental. Foto: Alejandro Meléndez

En la categoría a Mejor película de ficción, la seleccionada fue: «Noche de fuego», de Tatiana Huezo, la historia de tres amigas adolescentes que viven en una zona rural de México, en la que los narcos pasan para robarse a jóvenes de manera violenta, por lo que las madres de las chicas les tiene que cortar el pelo y esconderlas. El tema de la violencia en México está rebasado, no hay película de “ficción” que supere el momento. Aunque esta película de Tatiana Huezo, fue la más premiada de la noche con siete Arieles.

Mejor largometraje documental fue para «Una película de policías», de Alonso Ruizpalacios, cabe decir que ésta en realidad parece más una película de ficción que un documental, pues en realidad es un falso documental o como dicen “una película de no ficción”, una docuficción, pues. Actores de verdad, recrean lo que expresan una pareja de policías que también son pareja sentimental -hombre y mujer- en la vida real. El tema entonces es la seguridad pública y la sobrevivencia de los cuerpos policiacos en la Ciudad de México, así como el desprecio a ellos socialmente, atravesados como todo en México por la corrupción, el clasismo y el racismo, (éste que escribe recuerda haberla visto en Cineteca Nacional y los policías del sagrado recinto del Séptimo Arte, conversando con ellos, me dijeron que refleja mucho de lo que viven a diario, por cierto, ellos no la vieron en Cineteca, sino en Netflix).

Alonso Ruizpalacios fue de los pocos que expresó, abiertamente, no estar de acuerdo con la militarización de se México, lo que generó aplausos, y sumó en su discurso que es necesario hacerse la pregunta de: «qué hacer con la seguridad pública en México». Aunque parece que eso ya quedó dicho hace un par de días, me digo al escuchar a Ruizpalacios, pues ya sabemos que hasta en la sopa están los militares de aquí al 2028. Hay más dinero para el Ejército que para hacer cine, claro, a menos que seas Epigmenio Ibarra y hagas propaganda en favor de la 4T, así sí tienes un crédito de 150 millones para gastar. (Ver nota de un servidor: Más dinero a los militares, menos al cine).

La AMACC, ni su Ariel, logran encontrar su lugar en esta Cuarta Transformación Lopezobradorista, primero fue en Cineteca Nacional en 2019, luego vino la pandemia y se fue a la sana distancia del mundo virtual, su regreso presencial en el Antiguo Colegio de San Ildelfoso, en su Anfiteatro Simón Bolívar, fue esta noche, esta «Noche de fuego».

José Antonio Monterrosas Figueiras

Llama la atención que Tatiana Huezo, que inició su carrera cinematográfica con un documental redondo y potente, con el doloroso tema de los desaparecidos en El Salvador, hace algunas décadas, cuando ella era niña, llamado: «El lugar más pequeño», hoy gane con un largo de ficción. También paradójico, que el cineasta celebrado en muchos festivales de cine alrededor del mundo, Alonso Ruizpalacios, por su filme de ficción «Güeros», haya triunfado con un documental. La vida es caprichosa.

Muchas cosas que decir y pensar de esta ceremonia; lo mejor fue tal vez reconocer al cantante Vicente Fernández, que también fue actor (¡ay ajá!), y con canción incluida; lo peor -por ridículo- en esta fiesta -que se realizó desde el lúgubre Antiguo Colegio de San Ildefonso, en la Ciudad de México, con más de 600 invitados, y que antes se realizaba en el luminoso Palacio de Bellas Artes-, es que hayan premiado en animación a «Un rescate de huevitos», que fue la única película que “compitió” en esa categoría.  Sus directores, el dúo de hermanos Riva Palacio Alatriste (Gabriel y Rodolfo), dijeron, felices, que en 2007, cuando por primera vez se lanzó esta sección, ellos también ganaron con: «Una película de huevos». (¡Qué huevotes de cabrones!). 

A la deriva los Arieles y la AMACC, en tiempos de la Cuarta Transformación

«¡Qué viva México!», la nueva película de Luis Estrada, rumbo al Ariel 65 (si hay).

Ni la AMACC, ni su Ariel, logran encontrar su lugar en esta Cuarta Transformación Lopezobradorista; primero fue en Cineteca Nacional, en 2019; luego vino la pandemia y se tuvo que ir a la sana distancia, en el mundo virtual; su regreso presencial fue, esta noche, en el Antiguo Colegio de San Ildelfoso, en su Anfiteatro Simón Bolívar.

Errores de principiantes en el escenario, como siempre, discursos poco articulados y contundentes de varios ganadores, algunos, los menos, realmente se plantaron en la tarima para decir cosas importantes e inteligentes. Diana Bracho, una de las reconocidas con el Ariel de Oro, de plano alguien del público le llevó un vaso con agua, porque tenía la garganta reseca, tal vez, de tener que decir que:  “La falta de recursos duele” y que: “Sin cultura no hay país”.

México es una gran potencia en el Séptimo Arte, ya sabemos que muchos directores, actores, actrices, entre otros, se han tenido que ir a realizar maquila a los Estados Unidos, porque aquí en México todo funciona a medias y ahora parece que más (por seguridad y por economía, conviene estar en EUA, sino pregúntenle a Guillermo del Toro). Nos queda, repito, el baile en el escenario para cerrar esta ceremonia del Ariel 64, que recuerda cualquier programa de entretenimiento de Televisa como «Mala noche no», pero sin Verónica Castro, de los años ochenta del siglo pasado.

Son tiempos difíciles para ser cineasta en México y más para aquellos que han defendido las buenas causas de una izquierda Militarista, que gobierna hoy al país, encabezada por Andrés Manuel López Obrador. «¡Qué viva el cine independiente!», gritan algunos, ¿será el de Televisa? O como dijera alguna vez en el Premio TVyNovelas, el comediante Adrián Uribe, frente al micrófono: “¡Iñárritu, ya estoy libreee!”.

Valdrá la pena guardar palomitas, para la edición 65, donde estarán seguramente compitiendo a mejor película: «Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades», de Alejandro González Iñárritu y «¡Qué viva México!», de Luis Estrada. Así como a mejor actor: Daniel Giménez Cacho y Damián Alcázar, los dos lados de una misma moneda. A como van las cosas, el Ariel será, en el 2023, en el Zócalo.

“Que nadie sepa mi sufrir”.

C

José Antonio Monterrosas Figueiras es periodista cultural y cronista de cine. Es editor cínico en Los Cínicos. Ha colaborado en diversas revistas de crítica y periodismo cultural. Conduce el programa Cinismo en vivo.