A VECES ME DESPRECIO
Cartas en tiempos de la pandemia
En estos tiempos aciagos, recomiendo escribir cartas a mano. Se ejercita, no sólo la mano completa, sino la memoria, el recuerdo, la añoranza, el deseo y se fortalecen los lazos comunicantes, se sanan sentimientos, se destilan emociones y reactivas, como reaprendes, algo que dejaste de hacer.
Por Félix Morriña
Llegaron los días lluviosos a Metepec. Las granizadas aumentan la soledad en las ya de por sí solitarias e inundadas calles, con ríos de agua que limpian el tradicional colorido de ese pueblo y que desprende el olor a tierra húmeda, a barro, a las pocas casas de adobe existentes en estas latitudes. El agua toma otro sentido si la ves pasar frente tuyo desde la ventana de casa, lleva otro ritmo, otra música de la naturaleza que deberás aprender a mirar y escuchar como lo hacían antaño tus abuelos de callada manera.
Tengo la fortuna de vivir en este lugar, en este tiempo y espacio, para apreciar con calma todo lo que antes no se podía por falta de tiempo, atención, interés y estrés. Reconozco, desde hace un mes, los pequeños cambios climáticos, los cambios de comportamiento social con síndrome de incertidumbre, y la actitud de los guerreros cotidianos, ésos que no tienen otra que salir a ganarse el pan de cada día, para ponerlo en la mesa día tras día, o para salvar vidas, arriesgándolo todo: desde infectarse del coronavirus, ser asaltado por un irrisorio, trastornado y virulento ente en plena decadencia, hasta incrementar su miedo colectivo por los abusos de algunos cuerpos policiacos, porque ha habido otros que han procedido de manera respetuosa, debo reconocerlo. Ahora me da gusto que la poca gente en las calles saluda al prójimo próximo como antes. ¡Están entendiendo que la apuesta por la vida es muy grande!
Recorro en diez minutos las zonas verdes de lo que tengo por patio, es decir, la calle, voy por mi comida con doña Ana Bertha León al Mercado Artesanal de Metepec y vuelvo a casa para meditar y bailar sobre mi propio eje cartesiano mi música interna. Recuerda que debajo de tus pies está el centro del mundo y arriba de tu cabeza el cosmos, tu universo.
En estos tiempos aciagos, recomiendo escribir cartas a mano, sirve que analizan su caligrafía y si practican un rato cada día, por lo menos ejercitan otros dedos más allá de los que usan para los dispositivos móviles. Cuando se escribe a mano, más las cartas a seres queridos, o con los seres con los debas entenderte, se ejercita, no solo la mano completa, sino la memoria, el recuerdo, la añoranza, el deseo y se fortalecen los lazos comunicantes, se sanan sentimientos, se destilan emociones y reactivas, como reaprendes, algo que dejaste de hacer. Es buen momento para retomarlo, y si no lo sabes hacer, pide ayuda a alguien que sepa de lo que te estoy hablando.
Escríbete una carta, háblate en primera persona leyendo tu propio escrito, analízate, porque verás y sentirás lo que te hace falta por hacer, tanto para ti como para tu comunidad, entorno social y a los que te debes. Acuérdate que el tiempo de entrega de las cartas era muy largo, casi de un mes para llegar a su destino. Entonces, debes entender y comprender cómo eran esos tiempos del ser humano en el siglo XX, para que al retomarlos, te sea mucho más leve la carga, la espera y la ansiedad, hasta esperar otro tiempo de acción.
Escríbete una carta, háblate en primera persona leyendo tu propio escrito, analízate, porque verás y sentirás lo que te hace falta por hacer, tanto para ti como para tu comunidad, entorno social y a los que te debes.
Por otro lado, llegará el momento en el que el alcohol, o algunos ingredientes que se utilizan para producir rones, brandis, whiskies, vodkas y demás enseres de la canasta básica etílica, se destinará para gel u otros productos necesarios en este momento para el sector salud en general. Que se deje de producir cerveza en México es un medida que debes comprender para que asumas los tiempos que vienen. Recuerda que hay quienes no tienen para comer, mucho menos para la ingesta etílica, por lo que sugiero ir disminuyendo poco a poco el consumo para evitar ataques de ansiedad. Ve asumiendo y valorando mucho más lo que aún tienes, porque es un lujo que te puedes dar todavía.
En estos días es fácil pasar de un estado anímico a otro, hay que pasar del divertido y sesudo análisis al estado de conciencia individual y social. Asume que todo lo que hoy conoces pronto tendrá un sentido diferente cuando este largo momento pase. No te preocupes, ocúpate. No dejes de seguir los protocolos hasta que se anuncien otras medidas. Hay que aceptar estos cambios, porque seremos otra humanidad después de esta pandemia, porque la economía será otra cosa muy diferente. La forma en cómo vamos a concebir la muerte, también será diferente. Lejos quedarán los funerales y velorios tradicionales, porque la forma de ser y sentir la ausencia del ser querido en estos momentos, será distinto, pero sin duda, igual o más sentido que antes, igual de amargo con duros y trágicos episodios.
Por eso es importante reflexionar con calma, con el tiempo que se requiere para ello sobre lo que estamos viviendo. Es buen momento. No hay nada mejor que una carta escrita a mano para concretar esa reflexión y análisis. No se asusten ni molesten si no pueden a la primera, ni a la segunda, más si se trata de una carta a alguien con el que tienen mayor bronca psicoemocional: ¡uno mismo!
Como dijera el maestro argentino Pedro Aznar en su bella canción “Nocturno suburbano”, incluida en el disco Quebrado (Fonarte Latino, 2008): “Nunca escribas cartas a quien no te corresponda/ No mires eclipses sin dormir/ Nunca batas claras viendo tele que se cortan/ No bajes cordones en patín/ No aceptes regalos de un extraño que es deshonra/ No dejes un gracias sin decir…”.
También recomiendo de manera amplia, el poema musicalizado “Una carta olvidada en el bolsillo” del poeta argentino Pedro Salvador Ale, quien nos muestra en su poema leído por él mismo para el primer disco (hay otro más por ahí muy bueno) que recopila una parte importante de su obra poética, la historia del exilio argentino en México a través de una carta, esa lírica bella forma de expresión y comunicación tan antigua como la escritura, el pensamiento, la poesía, el amor y la humanidad. La pueden escuchar aquí.
©

Félix Morriña es periodista y promotor ex etílico-neo canábico cultural. Columnista en Impulso, Semanario Punto y Revista Ágora. “Este oficio sí es para cínicos”, podría ser el título de su libro de crónicas culturales.
han pasado ya varias semansa desde que escribiste y publicaste esta reflexión. El tiempo te ha dado la razón. Había que sentarse cada noche a escribir a mano. En el mismo cuaderno y con la misma pluma. Hay algo en esa acción que nos devuelve el pasado y la humanidad. Nadie lo leerá quizá. Pero el hecho de hacer esa tarea ha cambiado el significado de estar encerrado. Ahora la incertidumbre es saber si habrá más tiempo para seguir haciendo este ejercicio.
Me gustaMe gusta